Los Hijos
El mundo tal como aparece, es un espejo de tí mismo. Todo aquello que pasa fuera, es un fiel reflejo de lo que pasa dentro.
Los hijos, por sí mismos , no tienen problemas, aunque ellos también han elegido las circunstancias que los rodean para su propio progreso físico, mental y espiritual.
En un primer momento , y hasta la edad de 14 años aproximadamente, la conciencia sobre cómo se desarrollan los acontecimientos la tienen los padres.
La falta de atención en los estudios, exceso o ausencia de apetito o actitudes rebeldes, no reflejan otra cosa que una necesidad imperiosa de ser atendidos y queridos de una manera incondicional, a pesar de sus errores, puesto que tanto los padres como los hijos tenemos una serie de conductas que trabajar( internas y externas).
Lo primero es mirarse al espejo y ser capaz de enfrentarnos con nosotros mismos y pensar : ¿ Que me está pasando para que la vida refleje en mi hijo esta conducta? ¿ Estoy abandonándome? ¿ Escucho mi voz interior y soy consecuente y congruente con lo que siento? ¿ que está provocando en mí la falta de atención en mi vida?
Todas estas preguntas nos deberían llevar a diseccionar nuestro presente y pasado para revertir la situación y ser conscientes , de que si no hay un cambio previo en nosotros , tampoco lo habrá en nuestros hijos , “ hay que practicar con el ejemplo “.
La agresividad de un hijo , las actitudes pasivas, o los desequilibrios físicos, no son otra cosa que nuestros propios desequilibrios y al mismo tiempo la necesidad de ser escuchados y atendidos debidamente, con los 5 sentidos y en un estado de presencia en el cual ellos se sientan arropados y queridos debidamente . Esto dará lugar a una mayor comunicación y a no crear hijos incapaces de expresar sus emociones.
Todo ello dará lugar a hijos más atentos, y seguros de sí mismos con una buena autoestima y una visión clara de la vida.
La educación infantil, no debería empezar en los colegios, sino en la familia, puesto que es en el hogar donde el niño se va a empapar de todos los hábitos físicos , mentales y espirituales de sus padres.
Debido a que venimos a este mundo a aprender y corregir imperfecciones, no podemos culparnos de no ser conscientes de ciertos procesos, en lo que se refiere a la educación de los hijos. Primero hay que ser consciente de nuestro propio proceso.